Nada más simple que escuchar


Nada más simple que escuchar
sólo lo que quieres oír, Oreja:
el sonido planetario
               del vacío,
el violín universal,
la cuerda rota que reside
               desnuda
en el bolsillo de tu chaqueta;
el pífano
que un día dejó de vibrar,
pensando en la delicadeza
               de lo inexistente.

     Y tú sigues ahí en el dial
que regala tus oídos,
          tan inútilmente
     como el reloj
que marca las horas.



(Tormentas, tormentos y otros poemas personales, 2000)
Mark