Germinación
La plaza de Chillón, hermosa
y pétrea, pétrea y bella,
se me queda prendida,
y sus mozas, y la feria,
y sus calles almendradas, pinas,
donde resbalan, echando lumbre,
las caballerías,
y aquella luna que redonda ronda
rudamente mi cabeza.
Siento el abrazo dulce y feroz
de tierra y miel; siento
el brincar del alma,
y el gritar de los labios
que eróticamente
ladinos me empujan;
y siento crecer el ansia
de sentirme libre
alguna vez;
y de hacer útil esta vida
tan vilmente
gastada.
(El peralejo, 1978)